
Este tipo de agricultura, además de respetar el medio ambiente y la biodiversidad, incluye una dimensión espiritual en la relación entre el hombre y la tierra, y propone trabajar en armonía con las fuerzas cósmicas.
Esto significa que la finca, el huerto o la granja es un organismo vivo y autosuficiente, formado por todos los animales y plantas que habitan en él.
Somos parte de la naturaleza, trabajamos con su energía vital, respondemos a sus necesidades utilizando siempre los recursos naturales de forma responsable. Tenemos los conocimientos, la sensibilidad y la responsabilidad de dejar un mundo mejor a las futuras generaciones.